viernes, 29 de junio de 2012

Coney Island

 Y allí, sentados sobre las viejas maderas, nos dimos cuenta, siempre tendríamos algo en común, aquel atardecer, aquella playa, y Nueva York apagándose a nuestras espaldas.’ 

'And there, sitting on old wood, we realized, we would always have something in common, that evening, that beach, and New York fading behind us.'
 



jueves, 28 de junio de 2012

No Sara, no eres periodista

-Señores del jurado, uno puede ser llamado médico, cuando, después de 5 o 6 años de carrera, especialidad, MIR y demás consigue un titulo que le certifica como tal. Y lo mismo ocurre si eres maestro, abogado,  químico... lo siento, he de decirle que no es usted maestro si estudia bachillerato y da clases particulares a niños de primaria, o químico si mezcla el Mentos con la Coca-Cola. Eso también va por usted señorita Carbonero, siempre desde el respeto, no vaya a pensar que quiero mandarle a la hoguera, pero me temo que no Sara, no es usted periodista, pero gracias por participar. 

-¡Protesto! Señoría, está sentenciando… 

-Se acepta. 

-De acuerdo su Señoría, replanteo mi alegato. No me malinterprete, no estoy juzgando su recorrido, becaria en Radio Marca, un corto periodo en la Cadena Ser, contratada después por La Sexta, periodista deportiva en Mediaset España… un momento, ¿periodista?, un despiste... Ejerciendo como periodista deportiva en Mediaset España, etc. Es cierto, que a veces la experiencia vale más que un título que algunos logramos (con más o menos esfuerzo), con el escudo nacional, el famoso "Juan Carlos I, Rey de España, y en su nombre..." y toda la parafernalia, pero, tener más líneas en el currículum no quiere decir que cumpla con la capacidad y la preparación necesaria para ser considerada una buena periodista. Y aquí nada tiene que ver el título, que conste en acta, no todos los periodistas que cuelgan en su casa el certificado pueden llevar el cartel de “bueno”. Pero…continúo.
He de decir, que es de alabar los muchos aspectos positivos y envidiables que muestra usted ante la cámara, más que obvios para los aquí presentes. Aunque bajo el punto de vista de la acusación, no suficientes para el cargo que usted sustenta.

Basándome en uno de los documentos sobre deontología profesional periodística más importante de España, “el Código Deontológico de la Profesión Periodística de la FAPE” de 1993, en el que se expresan los siguientes artículos 

 · Los periodistas deben contrastar las fuentes de información y respetar el derecho a réplica
       · Se reconoce la obligación del periodista a poseer una formación profesional adecuada.

La acusación pide que la demandada sea remplazada de su cargo a efecto inmediato. Y que pase a ocupar dicho cargo algún profesional que al menos se haya molestado en terminar la carrera (gracias Telecinco), que tenga los conocimientos necesarios para informar a un 72,3% de la audiencia (gracias Formulatv), o que al menos, ya que tiene la suerte de tener una cara bonita y poco desparpajo, que haga un esfuerzo por conseguir todo lo anterior (gracias Sara). 

-El jurado se retira a deliberar. 

Y aquí cada uno que juzgue como quiera, porque tenemos ese derecho. Pero condenar, eso mejor se lo dejamos a los “jueces”, a los de arriba, los que hacen la llamada, los que deciden quien se sienta en la silla y quien no.  Yo no condeno a nadie.

Lo que si es verdad señorita Carbonero, es que cuando se te acusa de algo, vía Twitter, Facebook o cualquier otro medio, sean anónimos o no tan anónimos, como pueden ser algunos compañeros de profesión, uno tiene que hacer un poco de autocrítica, ponerse los videos en casa, ver los errores, y sobre todo, aceptar ese “derecho a réplica”, en este caso, más bien a crítica. Y pensártelo muy mucho antes de hablar de hogueras y brujas, porque un día puede que se te caiga la cuchara al caldero y tengas que quemarte tu solita ante un micrófono, una cámara, el grande de Iniesta y millones de jurados.  No se puede vacilar cuando el caldero esta caliente.


Lo bueno de todo esto, es que cuando alguien es juzgado, siempre puede cumplir su condena y seguir adelante, intentado mejorar los errores cometidos. Como les paso a otros muchos que se tropezaron mil veces antes de hacerse “de los grandes”.

Fdo.: Sara, pero la que habla, perdón, escribe, una que recién empieza a tropezarse. Algún día estudiaré Derecho.

#GraciasSara


martes, 26 de junio de 2012

Cuentos en verso para niños perversos


 Aschenputtel, Cendrillon, Cinderella, Cenerentola, Cenicienta…  ¡Si ya nos lo sabemos de memoria!, diréis.  Y no os quito razón ninguna.  No, no os voy a contar la historia de nuestra Ceni querida.  ¿O sí? 

Quizás la versión más conocida sea la del francés Charles Perrault (Cendrillon ou La petite pantoufle de verre), por eso de que Disney la incluyó dentro de su lista de ‘cuentos de hadas  y princesas’ en el año 1950. La de Perrault es una adaptación amable y sutil, rescatada de la tradición oral, que muestra el lado más encantador de esta mítica historia que tantas veces ha sido contada. 
Sin embargo, el relato de los hermanos Grimm (de 1812) es algo más cruel y salvaje, con un pajarillo que concede los deseos de la niña que llora sobre la tumba de su madre y una sádica madrastra que mutila los dedos de los pies y los talones de sus hijas para poder calzarlas bien el zapato. El hada, la calabaza y el final feliz se lo queda Disney,  pues en la adaptación alemana la madrastra y las hermanastras son condenadas a muerte. 

Estas son sólo dos de las muchas versiones que  se conocen en las diferentes culturas.  Se dice que la más antigua apareció en Persia,  y que luego se extendió a Grecia, Roma y más tarde Europa. Dentro de las más de 600 interpretaciones de la historia,  podemos encontrar la versión china de Yeh-hsien que tenía como protector a un pez dorado mágico, o versiones con unas cenicientas mucho menos recatadas  y más despiadadas, como en la italiana, en la que cenicienta le rompe el cuello a la madrastra o la egipcia, que convierte a Cenicienta en una concubina del faraón.

Pero hoy os quiero contar una versión mucho más ‘burlona y divertida’, y lo hago de la mano de Roald Dahl. ¿Os suena, verdad?. Los Gremlins (1943), Charlie y la fábrica de Chocolate (1964) o Matilda (1988). Sin duda, uno de los mejores escritores de relatos ‘para todos los públicos’.

En Cuentos en verso para niños perversos (1982), Roald  Dahl reinventa seis de los cuentos populares más famosos que conocemos, volviendo de algún modo a recuperar la perversidad que tenían muchos de estos clásicos en la tradición oral, con versos  traviesos e inesperados, que parodian el “vivieron felices y comieron perdices”, mostrándonos a unos personajes que poco tienen que ver con la visión a la que estamos acostumbrados de niñas y princesas inocentes y desvalidas.
Una satírica Blancanieves, que se convierte en el ama de llaves del edificio donde viven unos enanitos adictos a las apuestas; Caperucita Roja es una psicópata francotiradora que colecciona abrigos de piel de lobo, nuestra Cenicienta, termina siendo la esposa de un fabricante de mermelada y el príncipe… ¿El príncipe? bueno, mejor lo comprobáis vosotros mismos.