Han pasado dos años, un viaje
exprés para buscar piso, un primer jueves en un bar llamado "friends"
y muchos nervios era el principio. Por medio hay muchos momentos, olores,
lugares, restaurantes, viajes, discotecas, cenas, risas, gente... Las vistas
desde Villa Borghese, pasar con el bus delante del Coliseo de noche, tomarte un
helado sentado en uno de los laterales de la Fontana de Trevi, la pasta, los
colores de la Plaza del Panteón, los artistas de la Plaza Navona, pasear
por la Isola, cenar en el Carlomenta, ver el Vaticano por una cerradura, andar
por las calles de Trastevere, la playa, las calles llenas de adoquines, el castillo de Sant'Angelo... Y el
final, ya lo sabéis la mayoría... despedidas, lloros, nervios, un vuelo
Roma-Madrid, y una sensación extraña, difícil de explicar. Vuelves llena de
nuevas experiencias, de gente que nunca pensaste que formaría parte de tu vida,
de grandes amigos que se convierten en parte de tu familia durante un año…
cambias tú, cambia tu forma de plantearte la vida, cambian los que te rodean,
lo que te rodea, o puede que sólo cambies tú, y esto te haga ver todo lo demás
de forma diferente.
El caso es que sí, han pasado
dos años y sigo teniendo esa sensación. Sigo pensando en el 2010-2011 como el
mejor año de mi vida. Me sigo poniendo triste, melancólica o ñoña cuando pienso
que no voy a volver a vivir algo así, con las mismas personas, cada una única,
y allí, en la ciudad, no sé si la más bonita del mundo, pero sí la más
especial.
Roma e voi nel cuore.
Qué grande...!!!!!!!!!!!!!!!! Roma siempre será parte de nosotros.
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